
Eran las 5 de la mañana del 21 de octubre de 1865 cuando 5 prisioneros salían de sus celdas para ser fusilados por los soldados imperialistas en esta ciudad de Uruapan, después de haber sido perseguidos y traicionados por dos de sus compañeros en Tacámbaro, Michoacán.
Eran 5 valientes que decidieron luchar por la libertad de su Patria, de nuestra Patria, al lado del Presidente Juárez.
El valor fundamental de los liberales radicaba en defender la legalidad de la Constitución de 1857.
Frente a quienes los fusilarían, estos héroes declaraban que eran capaces de morir por La lealtad y la defensa de la integridad de la patria.
Me refiero al General José María Arteaga, al General Carlos Salazar, al teniente Coronel Trinidad Villagómez, el coronel Jesús Díaz y el capitán
Juan González.
Y hoy, en esta plaza que nos reunimos, propongo que la legalidad y la defensa de las instituciones, sea el valor más importante que podamos honrar en este homenaje a los Mártires de Uruapan. Por ella lucharon y por ella murieron.
Entonces privaba la intolerancia, el maniqueísmo, el fusilamiento como pena aceptable; se habían radicalizado los mexicanos, se era bueno o malo, decente o no, patriota o traidor.
Hoy no tomamos las armas para dirimir nuestros conflictos; hemos heredado de muchos mexicanos como los que hoy reconocemos, instituciones que nos permiten resolver nuestras tensiones, nuestras diferencias:
Tenemos los valores plasmados en la Constitución; Heredamos también, y el poder legislativo lo ha ido enriqueciendo, un sistema democrático para la elección de nuestras autoridades; que nos da la certidumbre de sus reglas y las instituciones que cuidan nuestros votos y defienden nuestros derechos políticos.
Heredamos desde el genio de José María Morelos, una estructura de poder dividida en tres, que distribuye competencias entre sus titulares y representantes populares.
Sabemos cuáles son las obligaciones de cada uno y las herramientas con las que cuentan para darnos protección y cobijo en nuestro desarrollo.
Los mexicanos hemos ido fortaleciendo estas instituciones de certidumbre legal; a pesar de conflictos internos y externos, lo que ha sido posible, porque se ha sabido dar permanencia a las libertades democráticas, a la pluralidad ideológica, a los mecanismos de dialogo, validando la nueva dimensión de la política.
NO debemos olvidar las lecciones de historia. En diversas épocas ha sido imperioso ajustar el quehacer nacional a una realidad cambiante, modificar esquemas, sustituir instrumentos, alargar plazos, pero jamás traicionar el objetivo fundamental que nos hemos fijado: CREAR UN MICHOACÁN Y UN MÉXICO MEJOR.
Podemos ser diferentes, pero todos vivimos aquí, aquí nacieron nuestros padres, aquí es la tierra de nuestros hijos, y aquí nos quedaremos, a todos nos interesa que este pedazo de México sea mejor para cada uno de sus habitantes.
“Arteaga y Salazar eran muy distintos y fueron capaces de complementarse; Ambos generales luchaban por el mismo baluarte: la patria. Sin embargo, por
momentos, no se entendían.
Arteaga era metódico y reflexivo; Salazar bragado y audaz. No había encuentro en que no se recriminaran mutuamente ciertas
decisiones, pero nada grave como para minar su autoridad. Entre la tropa
republicana los dos generales inspiraban un profundo respeto.
El 16 de septiembre de 1865, Arteaga y Salazar hicieron las paces
definitivamente, durante la celebración del día de la patria”.
Hoy afirmamos que el verdadero enemigo no está entre nosotros; es la pobreza estructural y en Michoacán además, pobreza que es caldo de cultivo para que los enemigos de la ley encuentren aliados.
Es hora de encontrar un punto de partida, que puede seguir siendo evitar el dolor evitable y fijar un horizonte de mejores condiciones de vida para las y los mexicanos, más allá de nuestras diferencias como autoridades, como partidos, como grupos sociales.
Que Michoacán recupere instrumentos sustantivos de desarrollo:
La educación de todos para la libertad,
La seguridad de que cada habitante pueda transitar, trabajar, tener su taller o negocio sin ser amenazado, secuestrado ni extorsionado.
La infraestructura suficiente para que el esfuerzo de trabajo y nuestra riqueza cultural hagan de Michoacán el lugar turístico por excelencia.
La recuperación de nuestra riqueza: el bosque, el agua, la producción agroindustrial propia que potencialice la capacidad creadora de su gente,
La certidumbre en nuestras instituciones; que todas las autoridades trabajen con transparencia y sean capaces de utilizar el diálogo y honrar la palabra en aras del desarrollo de Michoacán.
El General Arteaga decidió morir como ciudadano.
Desde esa decisión personal hemos de recuperar también el valor de la ciudadanía, esa virtud responsable de ocuparse de la propia comunidad, que vale tanto o más que ser el representante.
Volver a la participación que anima, que marca el paso y el rumbo, que sanciona o aprueba el actuar de cada gobernante y de cada partido político.
Y desde los gobiernos, vincularse con los ciudadanos, saber lo que sueñan, lo que defienden, lo que esperan, lo que necesitan, lo que pueden aportar a la riqueza estatal y al valor de la vida en comunidad.
En 1867 al ser reelecto de nuevo Benito Juárez exigió que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos… su declaración es un manifiesto de responsabilidad recíproca tanto desde el gobierno como desde los gobernados. Volvamos al reto de esta exigencia.
Hagamos un compromiso ciudadanía y gobiernos:
Utilicemos el diálogo como instrumento humano por excelencia: hagamos acuerdos sobre que mañana queremos todos, gobernantes de los tres órdenes de gobierno y de los tres ámbitos junto con la ciudadanía, sabemos que vivimos un tiempo difícil, en el que la toma de decisiones necesarias también son difíciles, y que sólo la fortaleza de la objetividad y el servicio generoso en el lugar que ocupa cada quien en este momento de la historia, nos permitirá recuperar el ritmo de crecimiento y seguridad para que vivamos mejor.
Desde la ciudadanía que escogió el general Arteaga para ser fusilado, confiamos en la humildad, la generosidad y la valentía que todos requerimos de todos nuestros gobernantes para cuidar, enriquecer y hacer de nuestras instituciones el espacio del desarrollo en la libertad y la lealtad a la patria.